El viernes tuvimos la gran oportunidad de ver “La llamita de Raquel”, estrenada allá por 1999 antes una docena de personas. Así lo decía Guillermo Troncoso con cierta nostalgia y alegría ya que la obra escrita por José Manuel López se convirtió en un éxito gracias al boca a boca y por el peso de la calidad del espectáculo que hace brotar la risa y la carcajada entre el público presente. Más si contamos sobre las tablas con Troncoso y Francisco Carrasco que demuestran una química y complicidad ineludible sobre el escenario.
La historia comienza ante una llamada de la Señorita Raquel (Guillermo Troncoso) a Beto Martínez (Francisco Carrasco) un taxista con el sueño roto de ser un escritor, se le presentara cumplir una promesa hecha hace muchos años atrás a sus compañeros de la primaria, que lo llevara a una cruzada de búsqueda de sus compañeros como así también en la reconstrucción de sus sueños y esperanzas del pasado.
Encontraremos entre otros personajes a Galván (Intendente), Leandro Giménez un graciosísimo sicólogo, Nelson Brievas, las mellizas Samanta y Natalia Boin en un delirante cuadro, y muchos otros que surgirán tras bambalinas para sorpresa y también para despertarnos esa alegría interna de ser espectadores de una gran comedia.
Además recurrirán a un recuerdo colectivo ¿Quién no tiene en su memoria a su señorita de la primaria? , el tiempo pasa, pero hay cierta evocación del pasado que parece haber quedado sin tiempo solo necesita las palabras mágicas que lo saquen debajo de las capas de capítulos de nuestra historia, solo quizás haga falta que nos digan “Con esta llamita en mi alma voy para adelante y no me detiene nada”.
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