Susana Lupiañez Pinto, bailaora gitana de Málaga, más conocida mundialmente con el nombre artístico de LA LUPI, piso nuestro Teatro Independencia el día sábado del pasado fin de semana.
Qué podría contarles de ella y de su historia que no puedan saber por redes sociales, nada. Por lo que no me voy a detener en eso y les dejo la inquietud para que la busquen, la vean, la escuchen y la disfruten.
Puedo contarles en cambio del espectáculo que nombra esta nota y que estoy segura no sabré hacerle justicia con mis palabras.
RETOrno… constó de más de una hora de Puro y maravilloso flamenco ejecutado por “La Lupi”, Curro de María en Guitarra y Alfredo Tejada en Cante. Al comienzo del show una voz en off nos hablaba de Granada y de las Cuevas del Sacromonte, y tal y como sucede en esa ciudad, el espectáculo nos invitó a todos los presentes a pasar a la intimidad de las cuevas y de sus familias y a disfrutar de la pasión y la vida sobre la escena.
Fue para mí y estoy segura que para aquellos que han tenido la suerte de estar en Granada un Real RETORNO, y para los que no, un viaje a la historia del Flamenco.
La Lupi nos dio una clase magistral de vida, mas allá de su obvio virtuosismo al zapatear, al percutir con su cuerpo entero, al hacer volar su bata de cola, nos mostró lo que realmente se dice estar vivo sobre el escenario. Diría yo que desde lo teatral eso fue Organicidad con Mayúscula.
Todo su cuerpo contorsionándose al compas de una voz y guitarra que te hacían erizar la piel, sus manos cargadas de energías te llevaban de un lugar a otro, parecía quebrar el tiempo y el aire, sorprendiendo con movimientos y pasos de pura pasión. No se podría adivinar si había coreografía pautada o si todo lo que nacía en el escenario provenía del poder de sus caderas, de sus piernas enraizadas al suelo y al mismo tiempo flotando entre las luces.
No se necesitó más que ellos tres y algunas luces estratégicamente situadas, cada segundo fue exquisito.
En cada momento en los que se colocó o dejó algún elemento de su vestuario parecía rezar, agradecer a esa tela santa que la había vestido segundos antes, volviendo un Ritual cada expresión en el escenario. Rescato puntualmente un cambio de vestuario en la que ayudada por dos personas se puso una “bata de cola” (Para los que no la conocen es una falda propia del baile Flamenco que tiene en la parte posterior una cola que puede variar en en su largo) Ella se cambió bailando, de a poco fue introduciendo sus piernas perfectas en el agujero de la falda mientras que miraba en diferentes momentos a sus ayudantes también en actitud de agradecimiento, una acción completamente teatral.
Fueron pocos los momentos en los que La Lupi salió del escenario y cuando lo hizo quedaban vibrando allí mismo Curro y Alfredo en un diálogo poético entre voz y cuerdas de guitarra.
Podría seguir describiendo cada maravilla que vi, pero resumiendo, la emoción me desbordó y al terminar el espectáculo y encenderse las luces éramos varios los que habíamos llorado.
Hacía mucho que un espectáculo no me movilizaba tanto, más allá de que personalmente guste del Flamenco, no podía no gustar porque era Vivo, real y estaba pasando allí mismo.
La Lupi como todo grande humildemente agradeció nuestra presencia, y entrega, cuando había sido ella quien se había dejado entera allí, pero además dijo algo que es aun más rescatable. Hablo de la Gestión, de que su presencia en nuestra provincia era gracias a otros artistas, “En los tiempos que corren los artistas nos gestionamos entre nosotros”, y yo pensé en la inexistente presencia de Cultura en la promoción del evento… Y si bien no me sorprendió me entristeció. Pero como en verdad su arte me llenó el alma, rescato sus palabras y agradezco como público y como Artista a Pablo Garay “La Herrería Flamenca” y María Victoria Moyano “Luna de la Victoria” por la Gestión que nos permitió disfrutar de Tremenda Bailaora.
Aplauso a todos ellos por dejarnos Viajar y Retornar a la palpitante Vida Flamenca.