Desde tempranas horas, las redes sociales funcionaron como un termómetro de la expectativa. Historias de Instagram con la entrada en mano, tuits buscando compañía para el pogo y debates sobre las posibles nuevas canciones calentaban un ambiente que explotaría pasadas las 21 horas. Lo que sucedió después fue la crónica de una consagración.
El Vandalismo como Acto Creativo
La excusa era “Vándalos”, el flamante y audaz nuevo trabajo discográfico del sexteto bonaerense. Lejos de ser un acto de destrucción, el vandalismo de Bandalos Chinos se reveló como un acto de brillante reconstrucción sonora. Las nuevas canciones, que sonaron por primera vez en vivo para el público mendocino, mostraron a una banda que se anima a romper sus propios moldes. Temas como el infeccioso “El Ritmo”, que ya se perfila como un himno instantáneo, o la introspectiva y electrónica “Obsesión”, demostraron una madurez y una búsqueda constante que los aleja de cualquier zona de confort. La respuesta del público fue de entrega total, abrazando lo nuevo con la misma pasión con la que celebran sus clásicos.
Un Viaje por una Década de Hits
Pero el vandalismo sonoro no implicó una demolición del pasado. El show fue un diálogo constante entre el presente y la historia de la banda, un viaje perfectamente curado a través de su discografía. La euforia colectiva y catártica de “Vámonos de viaje”, un clásico de su aclamado álbum BACH (2018), convirtió el Bustelo en una marea de gente saltando al unísono, en lo que fue, sin dudas, el pogo más feliz de la noche.
Esa energía explosiva se entrelazó con momentos de profunda intimidad. La vulnerabilidad de “Sin vos no puedo” (El Big Blue, 2022) creó un oasis de linternas de celulares y abrazos, una postal romántica que demostró la versatilidad de la banda. Y para los fanáticos de la primera hora, el regalo llegó en forma de tesoros desempolvados como la soñadora “Isla” (2016), un guiño a sus raíces que fue celebrado con una ovación.
Una Máquina de Groove Perfectamente Aceitada
Sobre el escenario, Bandalos Chinos es una fuerza de la naturaleza. Goyo Degano, consolidado como uno de los frontman más carismáticos e hipnóticos de su generación, no caminó el escenario: lo levitó. Bailó, conectó con las primeras filas y entregó cada letra con una convicción magnética. Detrás, la banda funcionó como una máquina de groove perfectamente aceitada: la base rítmica de Iñaki Colombo y Nicolás “El Lobo” Rodríguez fue un motor imparable, mientras que los teclados de Salvador Colombo y la guitarra de Tomás Verduga tejieron las atmósferas sonoras que son la marca registrada del grupo.
La puesta en escena, con un diseño de luces cuidado y moderno, terminó de enmarcar una propuesta artística que ya juega en las grandes ligas, a la altura de cualquier referente internacional.
En definitiva, Bandalos Chinos no solo vino a Mendoza a presentar un disco. Vino a celebrar su historia y a dejar en claro por qué se han convertido en la banda sonora de toda una generación. El vandalismo, al final, no fue otra cosa que la brillante confirmación de su reinado.