Exhalación profunda.
Buscándonos entre el gentío.
Como sin mirar, pero haciéndolo.
Ya no te veo…
Tu aliento esta sobre mi hombro…
Te percibo, rosando mis muslos como sin quererlo.
Te siento, marcando con la aspereza de tus dedos,
La piel de mi cuerpo.
Nos tocamos naturalmente,
Orbitamos atraídos centrípetamente,
Sin remedio.
Una palabra…
¡Silencio! … pueden vernos.
Tu mano se desliza hacia mi cintura.
Antes, se detiene en la última costilla.
Me descubre como si fuera un instrumento.
La tormenta se ha desatado dentro de mí
En tu centro…
Me susurras tus deseos
Lamo tus dedos,
Lames mis palmas,
Nos penetramos desde la mirada hasta los pies,
Desde la piel hasta los huesos.
¡Silencio! no te muevas, no hagas ruido…
Pueden vernos…
Sostente de mi abdomen
Descubre la línea que sube hasta mi cuello
Silencio… Acalla los latidos de excitación…
Alguien viene… pueden vernos.
Saboreo tu lengua tibia…
Me abraza, me envuelve, me explora…
Tu sudor me transporta,
Deslizándose por detrás,
Moja mis piernas,
Las manos se entrelazan…
Te muerdo… me muerdes…
Aire… resuello.
¡Ay!
El grito se hace presente…
Presióname, presióname fuerte.
Quiero abandonarme en tu interior.
¡Silencio! no grites, pueden oírnos…
Alguien viene…
Tu olor golpea mi sien…
Ya no lo soporto… no quiero separarme,
No quiero contenerme.
Deja que grite,
Gime conmigo,
¡Que nos oigan!
¡Que nos vean!
Dejémonos besarnos eternamente…
Aire… exhalación, resuello…
¡Ay!
Los dedos de los pies se estremecen
Un bramido animal se ahoga en tu boca.
En la mía…
Envueltos…
Empapados en aguas de amor, me tocas
Me besas los ojos, lloras…
Tu boca se entreabre…
Silencio, no hables…
Podemos oírnos…
Texto : Raquel Delu
Fotografía : Javier Bour