Daniel Encinas en un espectáculo de casi dos horas de duración, nos introduce en la búsqueda permanente de la felicidad, entre dudas e incertidumbre, y risas a granel. En un hecho autobiográfico teñido de situaciones de ficción, nos relata todos los acontecimientos que ocurrieron en su vida de manera accidental y esencial que lo llevaron a estar sobre el escenario del Restó del Teatro.
Einstein decía que el tiempo es relativo, y en esta obra no podríamos estar más de acuerdo porque cuando se la pasa bien, se ríe y divierte, todo parece durar mucho menos. Y más si el público puede cantar, pasar a ser parte protagónica ,sin antes por supuesto de haber pasado por un divertidísimo casting, y todo el espacio pasa a ser una zona de juegos, como los que solíamos transitar en nuestra niñez. dejamos al adulto en un impasse, para poder jugar sin prejuicios.
Pero todo ese ambiente no podría crearse, sin que los participantes no desarrollaran empatía al ver al personaje actuar, relatar,monologar,soliloquiar,filosofar sobre hechos de la vida que todos hemos sido testigos y protagonistas. La cuarta pared no existe somos parte del hecho teatral.
El contador nos cuenta de su compañeros de aventuras y de sus némesis en esta búsqueda de lo que podría hacerlo feliz y desestructurarlo de su formación universitaria. De sus altibajos en la docencia. La búsqueda de las cosas que nos pueden complementar y llenar nuestra mente. Y como el teatro es una experiencia terapéutica y de autodescubrimiento.
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